Estas son algunas fotos, propias y ajenas, actuales y con algunos años, de lo que un poco son los dos extremos del Océano Pacífico. Gentes, paisajes, monumentos, edificios y algunos otros elementos que conforman un mínimo para tratar de aproximarse a dos culturas que se quieren imponer como muy diferentes aunque quizá tanto no lo sean. Fueron elegidas como apoyatura para un poemario publicado electrónicamente.
EL VALLE DEL VALPARAISO (I)
Una de las vistas más típicas de Valpo o Pancho, como le dicen los lugareños. El funicular usado como medio de transporte desde los cerros (en total son 26 los que cercan la bahía) y el ojo de la cámara está en el extremo norte. Allá abajo la Aduana y parte del puerto. En el fondo, parte del arco sur. En las laderas del otro lado, está Viña del Mar. Don Pedro de Valdivia lo debe haber visto muy bello para haberle puesto ese nombre original. Pero después hicieron mucho más. En noviembre de 1970, cuando tuve ocasión de conocerlo a Julio Cortázar durante la asunción de Salvador Allende como primer presidente socialista de América, el autor de tantas historias de cronopios y de famas aseguraba sin titubear que la ciudad más hermosa del mundo y que no había vuelto y que no iba a volver porque había tenido allí una historia de amor que prefería mantenerla intocada, impoluta, con la perfección que sólo guardan los recuerdos.